lunes, 15 de marzo de 2010

SinFundamento


Ya pasó media noche es, oficialmente, sábado. De nuevo el cielo está cubierto de azul, de nuevo estoy sola en mi departamento.
Es Julio, pleno invierno y hace frío, podría estar divirtiéndome con amigos, celebrando el fin de la semana laboral cómo cualquier viernes después del trabajo, sin embargo, me fumo mis treintaytantos en compañía de un café cargado sentada en mi balcón con vista al parque forestal.
Mientras recordaba como eran las cosas antes de que mis amigos se casaran o tuvieran hijos suena mi celular. Me llaman de un número desconocido, teléfono público, y como la curiosidad mató al gato, yo contesté el celular.
Un "Aló" cumplió la función fática de esta conversión.
Esa voz me resultó extrañamente familiar, pero, aún así no fui capas de reconocer al hablante.
_Aló, ¿Quien habla?_ dije.
_Soy yo, Daniel_ dijo él.
Al oír ese nombre mi pulso acelera de forma considerable. Daniel es el único hombre del que, alguna vez, me enamoré. Fue mi profesor en el colegio y, en ese entonces, tenía familia establecida, pero, a pesar de eso mantuvimos una aventura que duró años, de hecho, nunca acabó como tal, ya que, cada vez nos veíamos con menos frecuencia, pero, nos seguíamos encontrando.
Al principio nos veíamos bastante seguido, después, no tanto y luego un encuentro anual, después cada dos años etc. el punto es que siempre que nos veíamos volvíamos a caer en las redes del otro y, así mismo, cada encuentro era el último, en teoría.
Habían pasado seis años desde el último encuentro, en ese entonces el ya se había separado, porque, su hijo había crecido y entendía mejor las cosas, notando así que la relación entre sus padres no tenía sentido alguno. Y yo estaba a días de irme a vivir con mi, en ese entonces pareja, relación que solo duró dos años a partir de ese día.
_Necesito de tu asilo_ dijo el_ necesito verte hoy, ahora, por favor, quiero hablarte_dijo.
Su voz sonaba desesperada, jamás había hablado de ese modo.
_¿Qué te pasa?_ pregunté
_Por favor, ven_ respondió
_Pero, es muy tarde, ¿Te pasó algo?_ vuelvo a preguntar, pensando en algún accidente había ocurrido.
_ Ven, quiero hablarte, sigo viviendo en el mismo lugar_ cortó.
Nunca había hablado así, la verdad me asustó un poco, pero, ya era tarde y no quería tomar un taxi hasta Ñuñoa, así que decidí irme a la cama a dormir, pero no fui capas de conciliar sueño alguno, la preocupación y ansiedad me tuvieron en vigilia hasta que decidí levantarme nuevamente e ir hasta su puerta.
Siempre era lo mismo, jamás he sido capas de decirle que no, y es que es tal su importancia en mi vida que siento que no sería capas de vivir sin él, de hecho, no estaba dispuesta a hacerlo, hubo un par de ocasiones en que creí que él me había echado al olvido y estuve cerca de quitarme la vida, pero, siempre llegó justo en el momento para hacerme cambiar de opinión y hacerme saber que aún me quería. Jamás diría todo esto en voz alta, pero en el fondo la razón por la cual nunca había mantenido una relación estable, la razón por la cual siempre abandono a mis parejas, la razón por la cual aún sigo soltera y sin hijos es porque aún lo esperaba, esperaba una esperanza falsa, completamente falsa, puesto que él jamás me aceptaría, ni a mi ni a nadie, él es un hombre de la vida no está hecho para pertenecerle a una mujer, me dolía, me dolía en lo más profundo de mi ser, pero no se lo reprocharía, él es así.
A las 2.45 am. tomé el taxi que me dejaría en su puerta a las 3.00 am, en el camino recordé sus palabras "necesito de tu asilo" asilo... esa palabra la usaba solo cuando estaba devastado. Nuestra relación no solo se basaba en sexo, también en una especie de protección de refugio, yo me sentía protegida por su experiencia y él se refugiaba en mi inocencia. Este hecho acentúa mi ansiedad y preocupación, algo no anda bien.
Me bajé del taxi y subí las escaleras de dos en dos, para tocar su puerta, pero no había respuesta, creí que podría estar durmiendo o quizá ya había salido, así que lo llamé a su celular, tampoco había respuesta. Frustrada me apoyé en la puerta y miré el suelo, un objeto llamó mi atención, una llave, Daniel tenía algo entre manos y yo averiguaría que era.
Abrí la puerta del departamento no me sorprendió el hecho de que la llave funcionara, prendí la luz y lo que vi, vi lo que nunca me hubiera gustado ver, la escena más horrorosa de mi vida, Daniel yacía sobre la alfombra del living, recostado sobre una enorme mancha roja y junto a su cuerpo inerte un cuchillo de fachada amenazadora, grité de horror, pidiendo ayuda y me acerqué al cuerpo. Daniel se había cortado las muñecas y el cuello, pero, seguía con vida. Llamé a la ambulancia mientras una vecina se comunicaba con su hijo, Tomás. Tomás, que vivía a unas cuadras de Daniel llego de inmediato, intercambiamos números de celular y él fue quién se fue en la ambulancia con Daniel, yo llamaría un taxi y nos encontraríamos allá.
Antes de irme decidí recoger las cosas que estaban en el suelo y ordenar un poco, para que, cuando Daniel llegara, no estuviera todo desordenado. Recogí el cuchillo y lo dejé en el lava lozas, recogiendo un montón de papeles, me di cuenta de que dos eran unos mail que yo le había enviado años atrás, impactada me senté en el comedor y ahí vi un sobre con mi nombre, lo abrí y leí la nota.
"Amanda, te pedí que vinieras hoy, porque quería delcararme, necesitaba decirte que a pesar del tiempo, nada ha cambiado, quería que supieras que siempre me dolió verte con otros y que yo quería ser tu hombre, quería intentar tener algo contigo, ya estaba harto de encuentros casuales, te quería conmigo, a pesar de haberte dicho que yo no soy para ti.
Te esfumaste, no apareciste, decidiste no venir. Me di cuenta de que yo solo vivía en el pasado, que tú ya maduraste y que no quieres seguir perdiéndote con un viejo imbécil. Siempre te dije que tú te cansarías de mi y es natural, fui estúpido al pensar que me esperarías, te entiendo y te sigo amando, pero no estoy dispuesto a vivir sin ti"
Aún en shok, mi cerebro trabajaba a mil por hora, no podía entender cómo él nunca fue capas de creerme cuando le decía todo lo que sentía, como me negó tantas veces sus sentimientos, esa rabia era asfixiante. Pero, no importa él se pondría bien, lo presentía, todo saldría bien y le haría saber todo eso que siempre creí que no diría en voz alta, lo intentaríamos.
Voy a la cocina por un vaso de agua antes de partir a la clínica, tenía ansias de verlo y de estar ahí cuando el abriera sus ojos, ojos que siempre me han cautivado de una manera exagerada. en el camino suena mi celular, es Tomás, me apené creí que no había estado ahí para ver su rostro al despertar...
Caminé hacia la cocina con mi celular en el oído, tenía la seguridad de que había algo que debía escuchar, pero no oía nada. Me apoyé en el lava lozas con los ojos cerrados intentando concentrarme para no desvanecerme de la impresión, pero, no lo logro, así que, abrí mis ojos por última vez y vi un cuchillo_ ¿Qué hacía ahí?_ era muy grande de una fachada tan llamativa, llamaba a mi carne, como una madre que quiere abrazar a su hijo, ¿Qué se lo impide?...
_...lo siento, intentaron de todo, pero, no hubo caso._ dijo Tomás y un liquido rojo corría por mi mano manchando todo a su paso, incluyendo el celular, cuando bajé la mano, porteriormente este cayó al suelo en una poza de sangre.




Melody.-

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